A Emoción dos Viños, no es una feria de vinos; el concepto es más bien un “encuentro de elaboradores”, que Marina y Antonio arrancaron hace ya más de una década. Desde 2010, han sido varios los escenarios, pero sin duda mi favorito por muchos motivos es el elegido para las últimas ediciones: el monasterio de Santa María de Oia. ¡Hola!, soy Ana, de Maleta y vino, y me paso por el Faro Gastronómico para compartiros un poquito de mi experiencia durante el segundo día en A Emoción dos Viños 2023.
Dónde se celebra a Emoción dos Viños
Hace ya 4 años que A Emoción dos Viños se celebra en el claustro del Monasterio de Santa María de Oia, y si bien todos los lugares elegidos por la organización para celebrar este evento han sido espacios preciosos, este es mi favorito. Pues se trata del único monasterio de la orden del cister en Europa ubicado a orillas del mar, cuya presencia hizo crecer un pueblo a su alrededor. Un pueblo, Oia, que además es atravesado por el Camino Portugués, esa ruta peregrina que encierra el aliciente de ceñirse a la costa atlántica después de dejar atrás la frontera fluvial que separa A Guarda de las tierras lusas. Y como residente de A Guarda y exploradora habitual de esta zona ¡os puedo garantizar que Oia nos regala las puestas de sol más sublimes!
En verdad, la importancia del Monasterio de Santa María de Oia es tal, que a partir de su presencia en el Camino, este pasa a denominarse el Camino Monacal. Su construcción, allá por el s. XII, se vio auspiciada por los reyes gallegos de la época, quienes concedieron tierras y privilegios al monasterio a cambio de servir como punto de defensa en la costa, dada su proximidad a Portugal.
Así, además de rezar, criar caballos y trabajar la tierra, estos monjes también tenían la misión de proteger la costa. No en vano, estos frailes cistercienses eran conocidos como los monjes artilleros. De hecho, si posamos nuestra mirada en el exterior del claustro, todavía podemos vislumbrar las troneras donde se ubicaban los cañones. Un 20 de abril de 1624, salvaron de un ataque pirata a unas naves de bandera cristiana. Esta proeza llegó a oídos del rey Felipe IV, quien, entre otros privilegios, le otorgó al monasterio el título de Real e Imperial.
Han pasado casi 400 años desde este episodio heroico de su historia. Desde entonces, esta edificación sacra ha sabido reinventarse, a fin de adaptarse a las demandas de cada época: monasterio, batería de costa, residencia privada, colegio, y en etapas más oscuras, campo de concentración… ¡Se diría que este edificio monumental se asemeja a los gatos, dado la cantidad de vidas que ha tenido! Hoy, en pleno s. XXI, los actuales propietarios, a través de la Fundación Bretal, han impulsado un programa cultural muy interesante, donde el espacio vuelve a cobrar vida con eventos como a Emoción dos Viños, visitas guiadas, conciertos y muchas otras actividades culturales. No cabe duda de que el Monasterio de Santa María de Oia es mejor escenario posible para un encuentro tan mágico como A Emoción dos Viños.
Por cierto, para saber más sobre este extraordinario e imponente monasterio, reservar una visita guiada inolvidable o consultar la programación cultural de los próximos meses, solo tenéis que visitar la web del Monasterio de Oia
Quién está detrás de A Emoción dos viños
Marina Cruces, Sumiller, y Antonio Portela, elaborador de vinos oceánicos en la península de O Morrazo, son la cara visible de este proyecto fascinante para cualquier amante de los vinos. Si bien, a Emoción dos Viños cuenta con un equipazo de 10 en la organización. Dicho equipo se hace querer porque sus integrantes siempre están pendientes de que a los bodegueros no les falte nada y que todo esté perfecto para los asistentes.
Cuando idearon a Emoción dos Viños, ambos lo tenían claro, hay vinos que cuentan historias; hay vinos que emocionan por la fuerte vibración que emite su personalidad (una prolongación de la personalidad de quien los ha ideado); en suma, hay vinos que merecemos la pena degustar por las sensaciones gratificantes que transmiten. Y qué mejor que descubrirlos de la mano y el relato de su elaborador.
Mission Wine. Foto de Óscar Rodríguez Hato e Garabato. Foto de Óscar Rodríguez Gea vinos de autor. Foto de Óscar Rodríguez Bodega Ribada. Foto de Óscar Rodríguez
Sin duda, esto es lo más bonito de este evento, porque en una botella no solo hay vino, también hay un año completo de trabajo en el viñedo, de cuidado al territorio, de conocimiento del clima que lo circunda, de la identidad del lugar en el que nace y se hace; y, en el caso de los vinos que podemos encontrar en A Emoción dos Viños, siempre existe una gran dosis de pasión e ilusión por parte del elaborador.
¡Vamos con el vino!
Entre las bodegas que participaron el domingo en A Emoción dos Viños, encontramos mayormente proyectos de Galicia y Portugal, aunque también estuvieron presentes productores del Bierzo, Toledo, Valladolid, Arribes del Duero, Jumilla o la Rioja.
Durante la segunda jornada de A Emoción dos Viños pasé una buena parte del día con mis compañeros de Finca Scintilla, pero también hubo tiempo de hacer alguna escapada para saludar a amigos, celebrar reencuentros y, por supuesto, probar algunos vinos. Si quereis saber más sobre el proyecto de Finca Scintilla y los vinos podeis leer este artículo de marzo.
El ribeiro histórico y las variedades autóctonas
Por allí también estaba Antonio Amil, de Boas Vides. Para mí, Antonio es el Ribeiro tinto, el Ribeiro histórico, pero esencialmente, es un defensor de las variedades autóctonas y del respeto al viñedo. Esta vez nos sorprendió con un blanco elaborado con treixadura, verdello antiguo y lado, con dos meses de estancia en barrica de 400l en contacto con sus lías finas. Apenas 550 botellas de un vino que me ha parecido delicioso.
La brisa de la Ría de Arousa en la copa
Justo al lado de Boas Vides estaba la bodega Albamar, otro proyecto que me encanta. Los viñedos de Albamar están ubicados en Cambados y la mayoría de sus parcelas son en minifundio; pequeños viñedos que nacen sobre suelos arenosos y arcillosos donde las cepas hunden sus raíces cerca del mar. «Frescura y nervio», estos son los adjetivos que mejor definen los vinos de Albamar.
Una visita fugaz, un rato de charla con Xurxo y probar un par de vinos. La nueva añada de Albamar, el buque insignia de la bodega, nos brinda un albariño del que no puedes beber solo un trago. Fresco, salino, con muy buena acidez y muy largo, ¡aún lo siento en todo su esplendor mientras lo describo! Del blanco pasamos al tinto. El espadeiro es una variedad tinta de Rías Baixas que a mí personalmente me fascina. O Esteiro no solo supone una representación soberbia de un vino espadeiro, sino que se presenta como un vino perfecto para aquellos que no tienen miedo a arriesgarse y dejarse sorprender, ¡y la sorpresa será muy grata!
Albariños de Guarda en la región de Vinho Verde
Pero seguimos nuestro itinerario de visitas a las bodegas que se dan cita en esa galaxia que es A Emoción dos Viños. Desde Rías Baixas pegamos un salto al otro lado del Río Miño y nos trasladamos emocionalmente a Portugal. Allí, Olalla y Pablo, llevan un proyecto muy chulo que se llama Edmundo Val.
Se trata de una bodega a la le tengo muchísimo cariño y en varias ocasiones he visitado con viajeros de Norte Guiado. Una visita de enoturismo que recomiendo porque, además de que la quinta es preciosa, ambos hermanos os van a hacer sentir como en casa. En cuanto a los vinos, se alejan radicalmente del perfil clásico de los albariños, son albariños de guarda. Elaboran un albariño sobre lías, un albariño reserva cuya añada que está actualmente en el mercado es la 2010. Asimismo, y como novedad, nos presentan un petnat que sorprende por su burbuja fina y su boca cargada de matices.
Identidad y sostenibilidad caminando de la mano en la Rioja Alavesa
El sábado durante la cena tuvimos la suerte de probar en primicia una nueva elaboración de la bodega Mitarte, que todavía no tiene nombre ni etiqueta. Si os ha picado la curiosidad, podéis saber más en este artículo. Ya el domingo pude hacer un recorrido completo por todas las elaboraciones de esta bodega, ubicada en la Rioja Alavesa, concretamente en Labastida. Si bien esta bodega familiar comienza su andadura en 1992, el origen está varias generaciones atrás. Cuentan con unas 60 hectáreas de viñedo propio, de las cuales algo más de 15 hectáreas consisten en viñedos de más de 60 años.
Especialmente, me gustó Entrepeñas, una viura 100% proveniente de un viñedo plantado en 1967 por su abuelo. Y de los tintos, guardo un grato recuerdo de Cubanegra, tempranillo 100% con un paso por barrica de roble francés durante 18 meses, del que resaltaría lo bien integrada que está la madera, la mineralidad y los sutiles toques especiados.
Charlando durante nuestro encuentro en A Emoción dos Viños, Ignacio nos contó que en su bodega tienen un lago de piedra de más de 10 metros de profundidad que data del s. XVI. A la sazón, el único lago visitable en toda Labastida. ¡Interesante, ¿no os parece?! Asimismo, ofrecen varias opciones de visita y unos espacios exteriores deliciosos, casi tanto como sus vinos. Si queréis ver las opciones de visita que tienen, podéis hacerlo aquí.
Nuevos proyectos con mucha emoción
También de la Rioja llegó a A Emoción dos Viños un proyecto muy bonito que acaba de sacar sus vinos al mercado hace solo 2 meses y que, en mi opinión, representa perfectamente la esencia de este evento. Me refiero a Alejandro Estebas Rodríguez, un joven enólogo que, estoy segura, dará mucho que hablar en un futuro próximo. Su proyecto bodeguero Herencia Caval surge con la vendimia de 2019 y la recuperación de antiguas categorías que hicieron notables a los vinos de La Rioja entre los s. XIX y XX. También es un sentido homenaje a su abuelo, Carmelo Valentín, quien comenzó ensamblando vinos de los mejores pueblos riojanos y que él mismo clasificaba y despachaba.
Herencia Caval. Foto de Óscar Rodríguez Herencia Caval. Foto de Óscar Rodríguez
Las uvas con las que elaboran sus vinos Herencia Caval proceden de viñedos ubicados en municipios de tradición vitivinícola histórica como: Haro, Cuzcurrita de Río Tirón, Cárdenas, Baradán, Elvillar de Álava y Tudelilla. Todos ellos pertenecientes a las 3 subzonas de la DOC Rioja.
Hoy en día, los Rioja se clasifican en ‘garantía de origen’, crianza, reserva y gran reserva. Pero en el s.XIX los vinos se clasificaban de otra manera: tercer año, clarete estilo Burdeos, selecto, diario, quinto año, sexto año… Pues bien, Herencia Caval, toma el nombre para sus vinos de estas antiguas clasificaciones. Un ejemplo es su vino Tercer Año, cuyo nombre evoca a esos vinos que salían al tercer año, con solo un año de crianza. Las bodegas sacaban así sus vinos más frescos, mientras que la categoría “selecto” servía para identificar a los vinos de mayor calidad y distinguirlos de los vinos más corrientes, los de tomar a diario.
3er Año (tinto) rinde homenaje a los grandes vinos de Rioja Alta, que históricamente combinaron tempranillo de Rioja Alta con garnacha del Najerilla. Si tengo que elegir una única palabra para definirlo, esta palabra sería «frescura».
Por su parte, 3er Año blanco es un coupage de viura, tempranillo blanco y garnacha blanca, con uvas procedentes de las zonas donde históricamente los vinos blancos de la Rioja son los más apreciados. La viura procede de la zona de Haro y la garnacha y tempranillo, del Valle del Najerilla. Un vino que me gustó muchísimo y que os recomiendo probar.
Ya la tercera y última elaboración es Selecto. Su materia prima proviene de viñedos viejos con baja producción, lo que convierte a este tinto en un coupage de uvas y municipios. En él conviven la tempranillo fresca de Cuzcurrita y Haro junto con tempranillo profundo del Villar de Álava. A las cuales se une el aporte denso y frutal de la garnacha y la Maturana de Tudelilla. Toda esta diversidad de frutos y territorios macerados magistralmente por el buen hacer de Alejandro, dan lugar a un vino intenso, que no deja de resultar fresco y exageradamente elegante.
En fin, un blanco y dos tintos riojanos de producción muy limitada y exquisita. Así que si os cruzáis con alguna de las poquísimas botellas que hay, ¡ni lo dudéis!
En la mesa de Herencia Caval, con sus vinos y los de otros amigos, la jornada terminó de la forma más maravillosa y emotiva posible: disfrutando de un maridaje perfecto encuadrado en una puesta de sol increíble. ¡Otro motivo por el cual este evento hace honor a su nombre!
En conclusión, y como espero que hayas podido apreciar, si te gustan los vinos que cuentan historias; los vinos con identidad propia, donde la pasión y la ilusión del elaborador también son una nota en la cata, no dejes de marcar A Emoción dos Viños en tu calendario anual.
¡Gracias, Marina y Antonio, por otro fin de semana lleno de emociones indelebles! ¡Nos vemos el año que viene sin falta!